Una vez más, salté yenganché con la cola el asa del cubo de basura. Entonces se me echaron encima y cinco roupa de frio feminina infantil ellas me sujetaron por losbrazos y las piernas y me alzaron del suelo. Yo continué chillando, pero uname tapó la boca con una mano enguantada y me logró callar. —¿Cómo se atreve a decir eso en el momento en que su asqueroso hotel está lleno deratas?

—Creo que tienes razón —ha dicho—. —chillaron ellas, cada vez más excitadas.—¡Los pequeños huelen a caca de perrro! Y ése sería tu fin.Lo mismo pasa con las brujas. Estaba tan arrugada, tan encogida y tanmarchita que parecía que la hubieran conservado en vinagre. Dentro de una hora y mediaaproximadamente, todas y cada una de las brujas bajarán a cenar al comedor. Soy algo de este modo comouna persona-ratón.

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¿Te gustaría a ti comeralgo, cariño? —me preguntó.—No, gracias —respondí—. Estoy demasiado nervioso para comer y,además de esto, debo estar en buena forma, espabilado y rápido, para la tareaque me espera.—Precisamente es una gran labor —ha dicho mi abuela—. ¡Esto no puede suceder! ¡Vámonos de aquí en seguida!

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Ella se inclinó hacia enfrente y me miró fijamente.—¿No querrás decir… no me vas a decir de veras… no querrás decirque están festejando su Congreso De forma anual aquí mismo en el hotel? —¡Ahora lo han festejado, abuela! ¡Ytodas, incluyendo a La Gran Hechicera en persona, están abajo ahora mismo! ¡Fingen ser de la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad con losNiños! ¡Están tomando el té con el director!

Asimismo estaba en el registro del hotel. Sus bigotes se estremecen por la excitación. Fue tal y como si hubiese dejado caer una bombasobre la abuela y sobre mí, en el momento en que nos mencionó que, bajo concepto alguno,debíamos correr el riesgo de viajar a Noruega ese verano. Enseguida me percaté de que era la que me había denunciado al director portener ratones. Eran divertidísimos, los ratones aquellos.

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El señor Jenkins bajó el periódico. El color de los cuadros infantiles que utilices para personalizar la habitación de tus pequeñas ha de estar alineado con el clima que deseas generar para ellas. Creemos que es indispensable y crear un estilo en la habitación de tus pequeñas y niños. Los cuadros infantiles de bailarinas nos permiten climatizar el cuarto para nuestras niñas. Antes de conocer una tienda física, te aconsejamos que investigues un poco y verifiques si tiene una selección de cuadros aesthetics.

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Y lo mucho más extraño de todo era que, a medida que pasabanlos años, ella se iba haciendo mayor en el cuadro. Tras diez años, laniña se había convertido en una muchacha joven. Al cabo de treinta años, erauna mujer madura. Luego, de pronto, cincuenta y cuatro años después de losucedido, desapareció del cuadro para toda la vida.—¿Deseas decir que se murió? En el planeta de las brujas pasancosas muy misteriosas.—Me has hablado de 2 —dije—. ¿Qué le pasó al tercero?

Pero cuando era mucho más joven, viajé por todo el mundointentando proseguir la pista de La Enorme Hechicera. Ni siquiera estuve cerca deconseguirlo. En los cuentos de hadas, las brujas llevan siempre y en todo momento unos sombrerosnegros ridículos y capas negras y van montadas en el palo de una escoba.Pero éste no es un cuento de hadas. Este trata de BRUJAS DE VERDAD.Lo más esencial que debes aprender sobre las BRUJAS DE VERDAD es losiguiente.

—preguntó.El señor Jenkins la miró por encima de las páginas de su periódico yarrugó el entrecejo.—Sí —dijo—. ¿En qué puedo servirla, señora? —Me temo que debo ofrecerle una noticia bastante alarmante —dijoella—. Hablamos de su hijo, Bruno.

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—Es un castillo —dijo mi abuela—. ¡Y lo impresionante es que en esecastillo estarán todos los nombres y direcciones de todas y cada una de las brujas delmundo! ¿De que otro modo podría La Enorme Bruja regentar sus negocios? ¿Cómo iba a convocar a las brujas de los diferentes países a los CongresosAnuales? —¿Dónde está el castillo? —Adivínalo —ha dicho ella.—¡Noruega!